El pastorcillo
 

Ruta Fratricida (12,6 km)

Traicionados

Retomamos nuestras viejas y sanas costumbres con una ruta familiar del domingo 28 de octubre pasado, que por falta de tiempo no habíamos escrito. Romerillo visita su anhelado apartamento malagueño y el tito se queda sólo para andar este fin de semana, así que le dice a su hermano pequeño, “el Tocho” -el ciclista de los “Sin Prisas”- que si le apetece salir a andar un ratito. Al Tocho le queda un hueco entre las 8 y las 11 h. de la mañana, así que lo aprovechan para no perder la forma y pegarse una escapada campestre por donde suelen rodar las bicis de montaña más extremas de nuestra ciudad, terrenos apenas soportables para el senderista dominguero.
El tito es el primogénito de una larga saga de hermanos; el Tocho el más pequeño. Cada uno tiene sus preferencias: el tito recorrer el campo a pie, el Tocho en bicicleta de montaña. Al tito le gusta subir deprisa andando, al Tocho bajar a toda marcha con la bici. El tito es una vieja gloria del deporte más ortodoxo, con vestuarios, uniformes y ficha deportiva; el Tocho una promesa autodidacta del Mountain bike y una realidad de las Mágicas Veredas Cordobesas. A día de hoy al tito da pena verlo, mientras que al ver al Tocho se te ponen los vellos de punta. Ambos veladamente, algún día, habrán deseado la suerte del otro, pero hoy salen juntos, con todo cariño, y a cada uno le gusta enseñarle al otro lo que sabe y puede. Y junto al bóxer del ciclista hacen un trío temible.

Es el día del cambio horario de invierno. Esto les favorece porque han dormido una hora más y a las 8 h. que salen amanece y en quince minutos se hace de día.
Dejan los coches en el Cerrillo y ponen en marcha el GPS. Salen hacia la Cuesta de la Traición, pero a unos metros se desvían a la derecha por la última calle transitable de la ciudad para conectar por un sendero muy empinado a media altura de la Cuesta del Villar, novedoso tramo de cierta dificultad por donde suelen bajar a todo tren los routiers más preparados como el que nos acompaña hoy.
Para evitar la valla que hay que saltar arriba en el Villar, pasamos por un camino hacia arriba por la derecha que la bordea. Así los ciclistas no se tienen que bajar del vehículo. En lugar de continuar hasta el Lagar de la Cruz, al llegar a unas colmenas que hay al lado izquierdo de la vereda, penetramos por la derecha a través de un camino que va hasta las Conejeras, próximo a la carretera del 14% que sube a los Villares. Por un tramo muy empinado también que tomamos con cierta prisa, pensando que no nos podemos dormir mucho para completar con tiempo nuestro recorrido previsto.
De allí a la intersección con la mencionada carretera queda un pequeño tramo de relax, porque a partir de allí comienza una espectacular bajada que podrán rememorar en la ruta que llamamos “Matasuegras”(http://www.veredascordobesas.com/index.php?page=175), donde nos acompañaba virtualmente nuestra querida madre política. Y es que esa bajada se las trae. Incomprensiblemente ambos habíamos pensado en pasar por aquí, para enseñar al otro hermano esta terrible pendiente por donde se tiran con las bicis o se escurren los andarines, con el mayor de los peligros. Pues de nuevo comprobamos las dificultades de esta tortuosa senda, si bien cabe decir que después de haber llovido no presenta la extrema peligrosidad que en verano con la arenisca suelta. También comprobamos que son 400 mts los que son peores, que transcurren con un surco en medio, después se sigue bajando pero no con tanto desnivel. Por cierto, las vistas desde ese lugar son fantásticas. Terminamos de bajar hasta llegar al camino que viene de Santo Domingo y giramos a la derecha, para volver a subir hasta el lugar por donde hemos descendido.
En la ruta que llamamos Paseíto Matasuegras también comentábamos que esta era una fuerte subida en zigzag que se prolonga por dos claros segmentos: uno hasta llegar arriba muy largo y pedregoso y otro, más allá a continuación, cuando crees que has llegado a la carretera, que hay que ascender aún por un montículo, corto pero muy duro, hasta llegar al cruce.
En fin, una “cardusa”.
Aquí ya nos dimos la vuelta para entrar de nuevo por las Conejeras y desviarnos a la derecha por un atajo que cruza desde el Villar hasta donde quedan los bancos de la Traición. Bajamos deprisa pero con cuidado, porque ya sabéis que esta cuesta además de la más hermosa, probablemente, de nuestra sierra, es una de las más difíciles de bajar.
Antes de las 11 h. estábamos en los coches para que mi hermano recogiera a su hijo y sobrino mío de su casa y lo llevara a jugar al fútbol al Higuerón, sin tiempo ya ni de ducharse. Pero con la misión cumplida de haberme sorprendido de conocer aquellas sendas tan duras por donde se lanzan con las bicis como locos. Por mi parte, supongo que se habrá dado cuenta de que “el que tuvo retuvo”, y que aún me quedan algunas energías para dar un paseíto por el campo.
Sólo añadir una pequeña reflexión: ¡Si nuestra madre nos viera por dónde nos metemos! No creo que estuviera tan tranquila.
Bueno hasta otra. A abrigarse bien y…
¡Buen Camino!

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