Los dos entrando a Galicia
 

Nuestro Camino de Santiago 2011. PRÓLOGO

La razón de este viaje y presentación de los personajes

En Portomarín delante del apostol juntos

Escribir ahora, diez meses después de nuestro viaje y transcurrido más de un año desde el comienzo de estos apuntes, me trae inevitablemente a la memoria la célebre cita de Heráclito: “Nadie baja dos veces al mismo río”.
El pequeño diario con tapas y cierre de cuero, del que me serviré para mi narración, no nació con el mismo espíritu que ahora me inspira. Aquellas primeras líneas manuscritas anhelaban dejar constancia de la preparación de nuestro Camino de Santiago, con el fin de constatar nuestros avances y vicisitudes a lo largo de los meses previos al viaje, a modo de introducción a lo que sería el propio Camino. Hoy día creemos que aquellas experiencias adquiridas pudieran servir a otros que tuvieran en mente emprender ese mismo viaje.
Pensando que aquello que proyectábamos entonces tenía algo de extraordinario, claro está. Y, aunque entonces tuviera mis dudas, ahora, como convendrían conmigo miles de peregrinos, tengo la convicción, de que sí que ha sido algo fuera de lo común, algo especial, algo que ha merecido la pena en muchos sentidos.
Hoy, releídas aquellas anotaciones hemos pensado que aquellos hechos pudieran acaso resultar entretenidos de leer a la vez que didácticos, lo que nos ha animado a hacerlas públicas.

Dejar una cuestión clara desde el principio, aunque sea uno quien suscribe, somos dos los que afrontamos estas peregrinas aventuras, pues siempre hemos funcionado como tándem, y nada sería posible ni tendría sentido sin cualquiera de las partes. De tal forma que podríamos hablar de una autoría compartida de todas nuestras obras, al modo de don Honorio Bustos Domecq, seudónimo literario de otros dos grandes amigos, Bioy Casares y Jorge Luis Borges, a los que con gusto trataríamos de emular si no nos resultara infranqueable la distancia entre su genialidad y nuestras cortas luces.
Por ello lo primero será presentarnos a quienes nos desconozcan. Los seguidores de las Mágicas Veredas Cordobesas nos reconocerán, así como los espectadores de nuestra entrañable editorial multimedia Pestiños Films. Somos esta patética pareja familiar que habrán visto andando por nuestra sierra en alguna ocasión, o a la que alguna vez habrán oído resumir toscamente algún libro recientemente leído. Pareja no siempre bien avenida de tío y sobrino, como podrán ir comprobando.
El sobrino, mi gran compañero de fatigas, fue bautizado para este mundo de la farándula con el alias cariñoso de Romerillo de la Sierra, aunque su verdadero nombre es el de Alonso Quesada Romeral, Don Alonso Quesada Romeral, letrado de fuste y persona de principios y de orden. En algunas de estas próximas líneas inevitablemente recurriremos al más modesto y apropiado apelativo de Romerillo, sin por ello menoscabar un ápice su dignidad personal o profesional.
El que suscribe es su querido tito Sancho, que es como aparecerá en este relato. En realidad su nombre no es Sancho, sino Santiago, y su apellido Peroles del Campo, apellidos de gran raigambre y solera cordobesa, aunque raramente los encuentren juntos, a no ser en las grandes romerías de Linares o Santo Domingo o en algún rincón del extenso y magnífico parque periurbano de los Villares, lugares enclavados en el corazón mismo de nuestras propias veredas.
Santiago, por una extraña derivación atribuible al habla popular autóctona, se empezó a pronunciar con el tiempo como Sancto, pero en lugar de terminar en Santo, según su genealogía común, acabó en Sancho, triunfando al fin las cuestiones semánticas sobre las fonéticas. Por lo que para el mundo ahora es el tito Sancho y no el tito Santo.
La feliz idea de hacer el Camino de Santiago siempre fue de Romerillo, por sus creencias y educación religiosas, y por su amor al campo, a nuestra sierra. Al tito lo que le gustaba es el deporte y los libros, y aunque el campo lo llevara en la sangre, no fue hasta su reencuentro con su sobrino político, hace unos años, cuando también empezó a sufrir y a amar, nuestra sierra en general y el senderismo en particular.
Aunque las relaciones familiares entre nuestros personajes se remontan a treinta años atrás, hace sólo unos pocos que don Alonso adquirió este saludable hábito de andar por el campo. También es relativamente reciente que éste tratara de animar a su estimado tío a acompañarlo en tales menesteres. Pues don Alonso tenía en alta estima a su tío Santiago, por su trato cordial y afectuoso, así como por su afición al deporte, a la práctica deportiva, lo que le hacía la persona ideal para acompañarlo.
Fue tanta la insistencia en que el tito acompañara a su sobrino por sus largos paseos campestres, que fueron inútiles sus repetidas negativas, más que nada debidas a la desusada costumbre de éste de salir a horas intempestivas.
Porque como irán viendo don Alonso también es un hombre de extremos, que no se conforma con cualquier cosa.
Así fue que tanto va el cántaro a la fuente…Que un ya remoto y aciago día, lo creeréis, el tito aceptó levantarse un sábado a las seis de la mañana, después de toda la semana madrugando, para irse juntos a andar por el campo. Dieciocho kilómetros. ¡Madre mía! Y así sábado tras sábado, o domingo tras domingo, hasta hoy día.
Desde entonces hasta ahora, han sucedido muchas cosas. Las más importantes de las cuales tendrán aquí cabida.
Esta es la historia de nuestro Camino de Santiago y la de nosotros mismos, la historia de Alonso Quesada Romeral, Don Alonso Quesada Romeral, Romerillo de la Sierra, y del tito Sancho, Santiago Peroles del Campo, vuestro más humilde y seguro servidor.

Continuará

Próximo capítulo

Capítulo 1.- Preliminares. Domingo 13 de marzo de 2011
Nuestras ideas sobre el Camino.

Documentos adjuntos a esta publicación
Romerillo en el albergue de CacabelosAl Capítulo 1 (1ª parte)2ª PARTE DEL CAPÍTULO 1Al Capítulo La guía del Camino y posibles recorridosROMERILLO CON SERGIO EL PESCAERO DETRÁS
 
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