Pandemia
Microrrelato
Llevaba castigado dos días sin dispositivos digitales. Sin juegos ni vídeos. Por eso comí sin el móvil y, aunque no le presté mucha atención, pude escuchar al final del Telediario, una alarmante noticia: «…el virus más letal de la historia. El Tani-20… Los síntomas: pérdida del apetito, cansancio, dolor de cabeza, sed y sudoración abundante. Los contagiados mueren inexorablemente a los cinco días exactos, en el último de los cuales se padecen insoportables dolores hasta que el corazón estalla. Desde este momento las autoridades mundiales declaran el toque de queda indefinido; nadie se puede mover de su casa bajo peligro de muerte…» No pude continuar escuchando. Era el argumento de una horrible película de ciencia ficción.
Pero era viernes, día de partido. Traté de convocar a mis amigos, sin suerte. Se negaron a asomarse a la calle con distintas excusas. La causa era el temido Tani-20. Ese era su nombre, como si fuera un monstruo gigante o un extraterrestre. ¿Cómo podían pisotear los derechos de los ciudadanos y creer en semejante patraña? Mis padres me desaconsejaron salir, querían ver qué pasaba con el virus, pero yo me negaba a aceptarlo.
Estuve una hora dándole vueltas…, y al final sucumbí. Cogí el balón y me fui a chutar contra la pared que hay al lado del campo de fútbol. Se me hizo de noche jugando. Llegué cansado a la hora de la cena y con un incipiente malestar en la nuca, por lo que apenas probé los deliciosos macarrones con tomate.
Traté de refrescar mi dolorida cabeza con una ducha de agua fría, y bebí sin parar. Mamá dijo que bebiera todo lo que quisiera. Me sequé varias veces, sin conseguirlo del todo. El agua que entraba por mi boca salía directamente por mis poros. Un acre olor inundó el cuarto de baño. ¿Las cañerías? Me vestí y al calzarme comprendí la verdad. El desagradable tufo salía de mis pies sudorosos. ¡Estaba perdido!
Sentí un repelús de terror recorriendo mi espalda. El miedo se fue convirtiendo en pánico, en pavor. Comprendí que sería imposible afrontarlo y reaccioné de la única forma posible. Bajé al trastero a por una cuerda...
Cuando en ese momento se presentó mamá con la noticia: me dijo que no le había gustado la película, porque tenía un argumento demasiado rebuscado. Me dijo que se llamaba Pandemia y me contó cómo acababa. Dijo que al final el virus se debilitaba según la edad de las personas y no afectaba a los niños. Murieron solo algunos ancianos que tenían otro tipo de enfermedades y pronto consiguieron los primeros éxitos con un antídoto que empezaron a usar como vacuna, así es que todo acabó en un susto con un puñado de muertos en las primeras semanas. Menos mal que estas cosas solo ocurren en una película. A veces te pones a reflexionar si algún día…
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