Estamos en New York City

Primer día por la calle 42, Times Square y Brodway

Los titos cruzando Times Square

Madrid, 15 de Julio de 2010, día de Nuestra Señora del Carmen. 

Mamá, ni el más mínimo problema con su vértigo. Se ‘chutó’ antes de embarcar algún fármaco para el mareo o el vértigo y va como una rosa, leyendo tranquilamente.
Las horas van pasando mientras volamos sobre el Atlántico. Fernando y yo echamos una partida de cartas para entretenernos un rato. Cuando lo dejamos, observo en el 'GPS' que terminamos de cruzar el ‘charco’ Atlántico y nos aproximamos a la costa Este de los Estados Unidos, rumbo a Nueva Jersey, aeropuerto internacional Newark Airport, junto a Nueva York, donde hay otros dos más : uno nacional, La Guardia y otro internacional, JFK Airport. Una hora después tocamos pista, más o menos a las 15 pm hora local. En España serán ya las nueve de la noche. ¿Por qué ocurre esto? Porque hemos volado en la dirección del movimiento del sol y así adelantamos esas seis horas. En el viaje de vuelta las perderemos.

Ya en tierra, desembarque, control y chequeo exhaustivo, incluyendo zapatos, cinturón, foto de los ojos y huellas enteras de las dos manos. Con esto ya tenemos la ‘entrada oficial’ en los Estados Unidos de América. Recogida de maletas y apertura de una en presencia del oficial de turno. Previamente ya las habían ‘destripado’ dejando una nota escrita de ello en las propias maletas. ¡Manda carallo! diría un gallego. Los candados de puro adorno. Abiertas y bien abiertas, aunque a decir verdad no nos faltaba nada de nuestro pequeño 'alijo'. Un par botellas de vino selecto y dos botellas de aceite para regalo cuando vayamos a Minnesota. También estaban íntegros dos cartones de cigarrillos DUCADOS para consumo propio. Después de recorrer algunos pasillos y tomar un par de ascensores salimos a la parada de taxis. Todo normal. Son más o menos las cuatro y media de la tarde.

Ya estamos en Nueva York

Una vez en el taxi, rumbo al hotel. Tráfico imposible. Es la hora de salida del trabajo para muchos neoyorkinos. Una hora de carrera y 80 $ después, arrivamos en 42th Street esquina a Broadway Avenue. Cruzamos, ya andando, ésta y la siguiente que es la Séptima Avenida, y ya estamos en las puertas del Hilton Times Square que es nuestro hotel para los próximos tres días.

Cruzadas las puertas, enfilamos un pasillo en el que hay un mostrador de control general para todo el edificio donde, aparte del hotel hay otros negocios. Tomamos un ascensor que nos lleva a una tercera planta donde se encuentra la recepción propia del hotel. Se hacen los trámites propios de recepción y nos entregan las llaves-plástico de la habitación previamente reservada.

Volvemos a tomar otro ascensor hasta... ¡sorpresa! el piso 38, habitación 3808. Pensamos que la madre quizá no lo pase muy bien con su problema de vértigo, pero nos sorprende. Ni se inmuta a pesar de la altura. Pasamos a la habitación, corremos las cortinas para ver el paisaje, y... ¡segunda sorpresa! A dos o tres manzanas se alza el Empire State Building, en el que se refleja el sol de la tarde que le da una magnífica vista dorada. Foto al canto, más o menos son las 5,30 de la tarde.

Como aún es pronto y venimos relativamente descansados, aunque hayan pasado ocho horas desde que tomamos el avión en Barajas, pues nos apetece salir y aprovechar lo que queda del día, viendo todo lo que podamos. Nos refrescamos un poco y, sin deshacer maletas ni nada, nos lanzamos a 'patear' Nueva York hasta la hora de la cena, aunque en esta ciudad ya habrá quien esté empezando a cenar.

De nuevo en la calle, lo que más nos llama la atención es el bullicio tan grande que se respira. Estamos nada más y nada menos que en una zona del barrio de Manhatann que es Times Square y Broadway, donde se encuentran los mejores cines, teatros y music-halls, incluida nuestra calle, a la altura de donde está el hotel. Ya se están encendiendo los neones de animación en estos locales así como los de comercios y tiendas, y esto parece una explosión de luz, aunque sean sólo las seis de la tarde y el sol luzca aún con fuerza. Nos dirigimoa hacia Times Square en el triángulo formado por nuestra 42th Street, la 7th Avenue y Broadway Avenue.

En la acera de enfrente vemos un teatro cuya fachada de corte clásico nos llama la atención. Es un edificio no muy alto, ‘embutido’ entre otros dos casi rascacielos de cristal. Se llama New Victory Theater. A diferencia de los otros edificios, éste no tiene una gran iluminación de neones. Sólo una línea azul enmarca su fachada. En cambio tiene en su portada cinco pares de farolas muy barrocas con cuatro globos blancos cada una que resalta su estilo de finales del s. xix. Construido en 1899 por Oscar Hammerstein y restaurado en 1955, ha conservado su interior antiguo y suntuoso, siendo el primer teatro de la ciudad pensado para programaciones familiares. Las obras están clasificadas por edades a partir de los cuatro años.

Bueno, entramos en Times Square, esta plaza triangular y peatonal por la que transita una enorme cantidad de gente de cualquier parte del mundo, de toda edad y condición social que pasea, bebe o simplemente escucha música sentada en una de las muchas sillas dispuestas al efecto, o en el mismísimo suelo.

Cruzamos la plaza de sur a norte, disfrutando del paseo y mirándolo todo con avidez. Aquí, en un lado nos topamos con una tienda de Toys ‘R’Us, la famosa juguetera que tiene sucursales por todo el mundo. Pasamos dentro. En el hall de entrada, que es enorme, nos recibe un gran dinosaurio moviendo la cabeza. A su alrededor hay gigantescas maquetas de los personajes en acción del cómic americano, como Batman, Supermán, Capitán América, Spiderman... etc. En el interior y en el piso superior, repartidas por diversas salas, una enorme diversidad de colecciones de juguetes de todo tipo: Barbies, Lego, Play Móvil... Mil y un juguetes de todo tipo para chicos y grandes. Lo vemos todo un poco de prisa. No es momento de comprar y salimos a la calle.

Seguimos por la 7ª Avenida en dirección norte hasta la Calle 49, doblando a la derecha y por ésta, hasta la Quinta Avenida. A nuestra izquierda tenemos el enorme complejo Rockefeller Center. Este complejo comprende veinte edificios de oficinas, tiendas, edificios comerciales, plazas y calles peatonales. A él acuden a diario 65.000 trabajadores, además de los visitantes y clientes de los negocios que tienen su sede en él.

Pasamos a la Lover Plaza donde está la bonita escultura del Prometeo Dorado, que porta en su mano el fuego robado a los dioses, dentro de un gran Anillo Zodiacal también dorado. A su alrededor, surtidores y cascadas de agua. Realmente esta plaza es como un jardín hundido con una bonita terraza-bar, que es donde en invierno ponen la pista de patinaje de hielo y el árbol de Navidad tantas veces visto en las películas. En el extremo opuesto hay dos interesantes esculturas en bronce negro que representan a La Industria y El Comercio. Circundan la plaza las banderas de todos los países miembros de las Naciones Unidas (entre ellas la española, claro).
En el lado oriental del complejo se ubica el edificio principal, el más alto y espectacular, cuya fachada delantera da a la Quinta Avenida. Es el International Building, delante del cual está la estatua en bronce de un Atlante portando sobre sus hombros la Esfera Armillar. Es enorme; como cuatro o cinco pisos de altura. Enfrente de este coloso, al otro lado de la calle, está la Catedral neogótica de San Patricio, que queda un poco ‘raquitica’ y como aprisionada entre los enormes edificios que tiene a cada uno de sus lados.

Seguimos subiendo por la Quinta Avenida hasta la Calle 59 y llegamos a Central Park South Street. Tomamos ésta por la izquierda en dirección este hasta llegar a Columbus Circle, en la misma esquina de Central Park. Aquí tenemos una gran rotonda en cuyo centro hay una alta columna con la estatua de Cristóbal Colón, rodeada de fuentes y preciosos jardines. En esta rotonda confluyen a modo de estrella (como en la Place de l’Etoil de París) siete u ocho calles. En la esquina, al lado de Central Park, hay otra fuente dedicada a Colón que fue erigida por la comunidad italiana de Nueva York y, a pesar nuestro, nada que ver con España ni los españoles.
Visto todo esto y sacada la foto, retrocedemos a la Séptima Avenida y por ésta, en dirección sur, bajamos hasta la Calle 42 con ánimo de cenar, pues ya son la nueve de la noche y los estómagos ‘van pidiendo guerra’.

Veinte minutos después, estamos a la puerta de hotel. Justo al lado hay un restaurante y ahí nos adentramos. Applebee’s se llama el susodicho, lugar de nuestra primera cena en Nueva York. Nos sentamos y traen las bebidas y cubiertos. Pedimos: Fernando, costillas con salsa de barbacoa; la madre, ensalada de la casa; (ella no suele cenar mucho) Y el ‘menda’ solo se atreve con pollo, hasta ver como es la comida por estos pagos. Yo no soy fácil de contentar en estas cuestiones. Pronto traen las viandas y...

-¿Y el pan..?
-¿Qué pan? -contesta la autoridad,- aquí no hay pan...
-¿Cómorrrr...
-Pasadas la Gran Depresión, la Guerra y la Postguerra, aquí hace mucho tiempo que el pan dejó de ser el Primer Alimento Natural.
-¡¡Urgente!! ¡Patatas fritas en abundancia, por favor...!
(¡Hay que jod... con los tiempos modelnos...!)

Naturalmente, esto no ocurrió exactamente así, pero podría haber ocurrido. Yo no sé comer sin pan y no es fácil encontrar pan normal al estilo francés o español. Por supuesto que hay panaderías especializadas. ¡Faltaría más! Estamos en Nueva York, la capital del mundo. Pero en los sitios normales, debe ser tan raro como pedir en ‘Aldeaterrones’ una chuleta de buey auténtico de Texas.
Aquí lo normal son una especie de bollos que casi siempre llevan alguna especia o hierba aromática e incluso dulces, pero nada parecido a una baguette, pistola, trenza, espiga, chapata... De modo que yo, que soy más clásico que ‘la música de los caballitos’, y posiblemente un poco ‘cateto’... pues no me queda otra que AJO-derse, AGUA-ntarse y RESINA-rse.
Así que lo sustituyo por patatas fritas que, afortunadamente, casi siempre las sirven en cantidades abundantes y bastante buenas, por lo que ‘no problem’, o por lo menos problema reducido. Con estos avatares cenamos, pagamos 70 ‘pavos’ y salimos a dar un paseo por los alrededores, pues aunque ya estamos algo cansados, la
noche está muy buena y se nos hace corto el tiempo para ver todo lo que podamos.

En la misma acera y a pocos pasos de donde estamos, se encuentra el museo de cera de Madame Tussauds, al estilo del que hay en Londres con el mismo nombre. No entramos, pero a la puerta, en la calle tienen las figuras de los famosos actores de cine Nicolas Cage y Morgan Freeman a tamaño natural y tan bien hechas que a no más de un metro de distancia parecen personas de verdad. Van vestidos y calzados de forma natural y hasta relojes, anillos, pasador de corbata, etc. hacen que uno dude mucho de que no sean naturales. De modo que los paseantes de la calle están haciéndose fotos junto a ellos, formando pequeñas colas para retratarse. Nuestra timidez o nuestro sentido del ridículo evita que nos sumemos al personal, pero ahí queda este hecho curioso.

Doblamos a la derecha por la Séptima Avenida y bajamos en dirección sur hasta el Madisson Square Garden, el moderno coliseo donde a menudo se celebran grandes eventos deportivos o musicales. A nuestra derecha, y por encima de los demás edificios, sobresale la gallarda figura de Empire State iluminado en la noche tal como se ve en el cine.

Hemos bajado once calles y estamos en la Calle 31, así que hemos dado un buen paseíto, por lo que damos la vuelta hacia el hotel para descansar. Son más o menos las once y media de la noche. Mañana volveremos a patear la ciudad desde primera hora, pues son muchas cosas las que hay que ver y las horas y los días pasarán rápidamente.

Y así termina el día 1º de nuestro viaje.

Terraza del Rockefeller CenterLos titos con el Empire State Building al ladoLa tita en el Rockefeller Center
 
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