3ª PARTE

La lucha por los Playoffs

3ª parte
Gerardo contaba, sabes Rafael, que Ulises nunca volvió a pasar por allí. Ya fuera por dejadez, por las premuras de tiempo que tienen también los que trabajan un par de horas diarias o porque en el fondo le sobrecogía la idea de que hubiese tenido una experiencia sobrenatural, el caso es que trató siempre de esquivar aquel lugar sagrado, sin por ello dejar de pensar en la misteriosa mujer y en sus acertadas recomendaciones. Ulises se dedicó a trabajar seriamente, un día tras otro, pronto pararon los dolores de cabeza y hasta las burlas de sus compañeros y, a pesar de su juventud, fue aceptado como uno de los líderes del equipo, con su diez a la espalda que nunca volvería a quedársele grande en su pequeña espalda y lo luciría hasta el final como los grandes cracs.
Como había predicho la mujer de la Fuensanta, poco a poco Ulises fue recogiendo con creces lo que con tanto esfuerzo sembraba, convirtiéndose en un jugador importante para su equipo. El Córdoba, que también veía madurar los frutos de su nuevo entrenador catalán, “El Chapi” Ferrer, remontó vertiginosamente posiciones en la tabla ganando inesperadamente al Sporting en Gijón esa misma semana, al Alcorcón en casa y al Hércules en Alicante; empatando en el nuevo estadio del Arcángel con el Mirandés, para no abusar, con Uli en el banquillo; y ganando de nuevo a los imparables pupilos de Eusebio en el coqueto Mini Estadi del Barça “B”, con un inolvidable gol de Uli Tardáguila en jugada personal.
Quedaban cinco partidos para el final y por primera vez en la temporada teníamos al Córdoba en puestos de Playoffs. El Dépor y el sorprendente Éibar parecían imparables en cabeza, directos a Primera; el Barça “B” no contaba para el ascenso; después estaban los gallitos de Segunda, una jauría de lobos feroces rabiosos por hincarle el diente a la Primera: los dos eternos rivales canarios, Las Palmas y Tenerife; los pimentoneros del Murcia, con un presupuesto hecho sólo para ascender; después nosotros en séptimo puesto y pisándonos los talones los temibles asturianos del Sporting, a los que les ganábamos el goal average, y, con todas las opciones intactas, el otro equipo andaluz, que aún recordamos en la categoría dorada, el Recreativo de Huelva, decano del fútbol español.
De los quince puntos que quedaban podría valer con ocho seguramente, para asegurar habría que tener nueve, es decir, ganar tres de los cinco partidos. Repasemos esos últimos partidos para que el lector se meta en situación, aún a riesgo de competir –Dios nos guarde- con el reportero deportivo de turno.
El día del Real Zaragoza en nuestro estadio Ulises pensó en la señora de la Fuensanta al saltar al campo, y hasta la buscó por las gradas. Ella había dicho que era aficionada y nosotros necesitábamos toda la ayuda posible. Pero nada, ni rastro. Él estuvo todo el encuentro como perdido, pero, de todas formas, cuando el míster lo cambió en el minuto sesenta y dos, para amarrar el resultado, el Córdoba ganaba uno a cero. Diez minutos después nos empataba Cidoncha y en el último minuto perdíamos con un gol in extremis de Roger. Cero de quince. (Es histórico).
Después se enteraría que esa misma tarde había llegado a Córdoba la Virgen de Guadalupe y su amiga la de la Fuensanta la había ido a recibir a la iglesia de los Franciscanos, su residencia oficial, donde se la recibió con los debidos agasajos, aunque en petit comité, para no levantar demasiada polvareda, pues llegaba no en misión oficial sino secreta. Después de descansar, al día siguiente, a la vez que la Fuensanta le enseñaba las novedades arquitectónicas de nuestra ciudad, por expreso deseo de la mejicana fueron a visitar a todas sus amistades –en realidad, las autoridades y personalidades religiosas más relevantes de la historia cordobesa-, con las que estuvo concertando en persona una especie de cónclave que tendría lugar no se sabe dónde a partir de esa misma semana.
- ¿Qué cónclave, Miguel? El otro día me dijo usted que formó un equipazo de santos y se los llevó a entrenar a la Salle.
- Eso es, Rafael, déjame terminar. Eso es lo que me dijo Velasco, el periodista, que le había dicho Uli a su amigo Gerardo. ¿Puedo seguir?
- Siga usted.
En la isla de Tenerife “El Chapi” repitió alineación con Uli y el Córdoba repitió su mal juego pero no el resultado negativo. Al cuarto de hora en un despiste chicharrero Ulises entre tres rivales mete un pase de gol a López Silva, que se planta delante del arquero, al que bate por bajo. Los canarios dispusieron de innumerables ocasiones para empatar y llevarse los tres puntos después –disculpen el argot futbolero- pero unas veces el portero Juan Carlos, otras los palos y otras la Divina Providencia, que volvió a estar de nuestro lado, sellaron la portería cordobesa, cayendo la victoria de nuestro lado y renovando las esperanzas perdidas al alcanzar de nuevo las plazas para disputar el ascenso. Uli, que fue sustituido en el minuto cincuenta y nueve, en lugar de irse a la ducha, se quedó en el banquillo rezando y tras obtener el resultado apetecido salió al terreno del Heliodoro Rodríguez a agradecer su apoyo a los aficionados cordobeses que habían marchado tan lejos para animar a su equipo. Y allí, entre aquel pequeño grupo, por un momento, vio a dos muchachas morenas muy guapas con la camiseta blanquiverde que le resultaron familiares, pero a las que no pudo saludar debido al poco tiempo de que disponían para celebraciones antes de coger el avión para la península. Sin embargo Uli hubiera jurado –cuenta Gerardo- que la señora de la Fuensanta estuvo allí, y, seguramente, en un papel más activo del que cabría imaginar.
- Rafalito, ponme otra, luego te firmo en la servilleta la cuenta –pidió medio en broma medio en serio Miguel, achispado.
- No me extrañaría. No sería al primero ni al último al que le deja la púa, ¿verdad? Pues le veo fregando vasos, que conmigo no cuela. -Pero fue y le llevó de nuevo otra copa para que siguiera con el relato. Y continuó este después del breve receso.
El siguiente partido en casa contra los alevines del Madrid, en plena feria de Mayo –que Uli, como todos, la celebró como una Semana Santa; en capilla, hasta el final del encuentro-, aunque tardó en decantarse a nuestro favor, no se sufrió en exceso, con dos goles soberbios en la segunda parte que nos dejaban a las puertas del Playoff y a ellos en puestos de descenso. Nos consta que las dos mujeres vivieron intensamente aquel encuentro, pero en esta ocasión nos bastó con los once jugadores de carne y hueso, con el míster y con un enardecido público que empezaba a creérselo.
Contra el Recre en Huelva los dos equipos andaluces nos jugábamos el ser o no ser –estar o no estar en Playoffs-. Recuerdo un desplazamiento masivo de aficionados pues ganando estábamos clasificados matemáticamente. Y por primera vez a la llegada al estadio centenario Nuevo Colombino, Ulises pudo distinguir agitando sus banderas entre los cordobeses que jaleaban la llegada del autocar del Córdoba a la Señora de la Fuensanta, en vaqueros y camiseta blanquiverde, saltando junto a otra joven morena, con toda la cara de la Virgen de Guadalupe. Después, durante el partido, los dos equipos y las dos aficiones lo vivirían con tensión.
Tras la única oportunidad de gol del Córdoba en la primera parte, a la media hora López Silva controla un balón en el pico izquierdo del área y lo eleva con clase al segundo palo por encima del portero, pero el meta onubense consigue tocarlo con la punta de los dedos y se estrella en la escuadra, saliendo rebotado de frente al pecho de un defensor, que se duerme en el despeje, y Ulises, nuestro espabilado chamaquito –tal vez espabilado desde la grada- le roba la cartera anticipándose con su cabecita loca para dar la ventaja a los nuestros.
Al poco la primera intervención directa de nuestras aficionadas –según reconoció el propio jugador mejicano-. Antes de acabar la primera parte dos de nuestros defensores emparedan a un delantero del Recre y el árbitro pita penalti. Para más inri se encarga de tirarlo Morcillo. Hasta aquí pudo contenerse nuestra Señora de la Fuensanta, la ardiente sangre blanquiverde que le corría por sus venas no le permitió dejar al libre albedrío, digamos, el acierto del jugador onubense, no permitiría un titular en los diarios nacionales del día siguiente tan grosero y facilón como “Al Córdoba le dieron morcilla en Huelva”. Y actuó. La amiga con cara de mejicana estuvo de acuerdo. El penalti iba bien tirado, con pierna izquierda, muy fuerte y raso. Entonces las dos fans cordobesas se miraron y asintieron como ante un espejo. La lupita le guiñó un ojo a su querida amiga y Nuestra Señora de la Fuensanta no tuvo más que soplar y el balón estalló contra la cepa del poste y botó fuera del área de la fuerza que llevaba, a los pies del pequeño Uli, por si acaso. Asunto solucionado. Aunque la intervención impulsiva de la parejita no dejó de remorderles la conciencia el resto del partido, y en el último minuto quisieron compensar al otro equipo andaluz con el gol del empate que dejaba para el último encuentro la clasificación para ambos.
A la semana siguiente en el Nuevo estadio Municipal del Arcángel abarrotaban los graderíos 21.000 espectadores que hacía mucho que no se veían en otra igual. El rival: el Mallorca, que se jugaba el descenso y la ruina más absoluta. La radiodifusión española retransmitía al unísono los encuentros de los clubs implicados. Todos con la vista en el campo y la oreja en la radio. El milagro se podía hacer realidad, aunque harían falta varios, no sólo aquí sino a lo largo de la geografía española. Nosotros sólo contaremos los de nuestro partido, de cuyas muestras fuimos testigos directos.
Nada más empezar, corre la banda izquierda Alex Moreno llegando hasta la línea de fondo del Córdoba, hace el pase de la muerte mirando al tendido, para que el goleador judío-mallorquín, Tomer Hemed, no tenga más que empujar el balón para hacer gol. Inverosímilmente detiene Juan Carlos -sin duda inspirado por nuestra enigmática dama, en su cruzada particular por favorecer al manito, supongo, o tal vez por cuestiones patrióticas o celestiales, que esto no nos ha quedado muy claro.
Al poco la incursión isleña es por la otra banda, Ximo Navarro llega también hasta la raya y centra picado al primer palo para que el jugador israelí vuelva a rematar, ahora de cabeza, en un bonito escorzo y con toda su alma errante, unos centímetros rozando por fuera del palo, acongojando a toda la grada. Después un tímido remate por cada lado, mientras Nuestra Señora desde el anfiteatro de Preferencia, histérica, gesticulaba y resoplaba como una forofa cualquiera.
Antes de la media hora de juego Ulises coge la batuta en el centro y hace dos paredes seguidas con Xisco, que se da la vuelta y dispara al borde del área para que el portero granate la saque con la yema de los dedos en una magnífica estirada a ras de suelo y cuando en el rechace Ulises, se dispone a empujarla para marcar, la despeja un pie mallorquín que acababa de llegar por allí milagrosamente también –no me cabe duda que como consecuencia de la intervención más o menos directa de La Virgen de Lluc, patrona de Mallorca, que debió estar camuflada entre los espectadores foráneos. (Y es que este es el grave problema de las prolíficas advocaciones marianas, como con el asunto de las Autonomías, nunca quedan claras las competencias).
Todavía antes de acabar la primera parte Ulises Tardáguila, nuestro Odiseo, lanzó una falta desde el semicírculo del borde del área con todos los mallorquines en la barrera erguidos protegiendo sus partes nobles –más acongojados casi por el posible balonazo que por el peligro de gol-. La lanza muy fuerte y por bajo –con su zurda divina- pegada a la cepa del poste derecho, pero el balón consigue ser despejado en última instancia por el otro israelí del Mallorca, el portero Aouate, en fabulosa estirada –al que tuvo que ayudar a regañadientes la Virgen mallorquina, saltando por encima de la cuestión religiosa y de aquel turbio asunto con su compañero Munúa en sus años con el Dépor en Primera. Para acabar la primera parte Hemed –el judío errante, ya saben por qué- con su pretencioso número diez a su espalda, vuelve a fallar otra oportunidad garrafal cuando a puerta vacía la Fuensanta se le adelanta al conseguir alargar el miembro derecho del defensa Gunino.
En el descanso recibe la Señora un mensaje misterioso en el Wasap que decía:
- Tía, ni para ti ni para mí. Con un empate nos salvamos y vosotros os metéis en playoffs. ¿Aceptas un pacto? ¿Nos quedamos quietecitas y firmamos el cero a cero?
La Fuensanta le enseñó el mensaje a su amiga mejicana y le preguntó:
- Mira esto. ¿Tú qué dices? Tú eres la que has liao este follón. –La morena Señora de Jalisco miró el móvil de su amiga y no lo pensó.
- Por supuesto. Pregúntale dónde está viendo el fútbol. –Contestó contundente la de Guadalupe.
- Beep-beep. En tribuna, en los palcos VIP, diçe la moza. Como se notan los presupuestoh municipaleh. –Soltó la de la Fuensanta.
- Dile que nos hagan sitio, que vamos para allá a ver la segunda parte a su lado. Que no me fío mucho. –Terminó por decir la Virgen Hispanoamericana a la par que se iban levantando para cruzarse hasta el otro lado del campo.
Efectivamente, la segunda parte fue como esos combates de boxeo de tanteo en los que dan vueltas y vueltas por el ring los dos púgiles amagando pero sin pegarse un solo golpe. Conocedores en el intermedio de los resultados de los demás equipos, el empate nos valía a todos. Así fueron pasando los minutos hasta que el árbitro a los noventa pitó el final del encuentro y le faltó levantar los brazos de los dos capitanes para declarar el combate nulo.
Los dos equipos se abrazaron como locos por el éxito conseguido. Ulises se puso de rodillas en el césped, levantó la cabeza al cielo y cerró sus ojos dándole las gracias a su divina Señora de Guadalupe y a la de la Fuensanta, consciente de su deuda. Las buscó en Preferencia donde le pareció haberlas visto pero no las halló, hasta que tuvo que dejarlo porque fue aplastado por tres compañeros que se subieron encima para abrazarlo. El Mallorca seguía siendo equipo de Segunda, con tiempo de intentar el año que viene el ascenso, como corresponde a un club de su solera y a un municipio acaudalado. Y el Córdoba se metía de chiripa en el último puesto de los Playoffs, como quería Uli Tardáguila y todos los cordobeses de bien, aunque sólo fuera por dilatar la temporada para vivir una apasionante eliminatoria contra el Murcia, el mejor equipo del grupo después de los dos ascendidos. Las tres Señoras milagrosas se abrazaron también como si fueran sólo una, como las tres gracias más hermosas del estadio, felices de haber realizado tan buen trabajo.
- ¿Qué te parece compadre? ¿Hay tomate o no hay tomate aquí? Anda, Rafael, ponme la penúltima, salao.
- Termínese esa, ¿no? Ande, siga, que hoy nos amanece y le voy a tener que acompañar a su casa, vaya a ser que no atine con las llaves.
- No, si yo las llaves las veo, lo que no veo es el agujero, ¡sipote! –Obedeció apurando su vaso y continuó Miguel con su crónica.
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4ª PARTE
 
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