Entre páginas (Nov. 2013)
De Luis del Moral
Tras el comienzo del curso, la biblioteca comenzaba a retomar su aspecto habitual. La vida estudiantil empezaba un nuevo ciclo; las clases se sucedían una tras otra. Para ciertas carreras, las jornadas podían ser muy extensas y casi absorbían todas las horas disponibles al día. Por esto, muchos de nosotros veíamos un acierto en el hecho de que se hubieran suprimido las horas lectivas de los viernes. A mí me venía bastante bien; iba a la biblioteca y pasaba allí prácticamente todos los viernes que podía, que eran aquellos en los que no tenía que ayudar a mi madre en la tienda; algo agotador pero necesario para nuestra inestable economía. Ese curso fue bastante especial para mí. Es de hecho, el período más importante de mi vida, pues marcó un punto de inflexión que cambió mi destino para siempre.