Hoy lo recuerdo como un sueño, como una pesadilla. Recogí a mi compañero Romerillo a las 6 h. de la mañana para salir desde Alcolea. Él había dormido muy poco, Don Alonso había tenido muchos problemas esa semana en el trabajo y no consiguió deshacerse completamente de ellos. La perspectiva de algunos compromisos sociales para el fin de semana tampoco le proporcionarían su merecido descanso. Así es que cuando paramos a la entrada de Alcolea el Bugatti Romerillo no se quería mover del asiento, donde se encontraba tan a gusto con la musiquita de Pink Floyd del tito. Sonaban los primeros acordes de Welcome To The Machine del Wish you were here, como invitándonos a subir a bordo de aquella ruta espectral. Ni las luces de las primeras casas ni siquiera las de la fuente próxima se encontraban iluminadas a aquellas horas. De mala gana bajamos del coche, con nuestros palos y las mochilas al hombro, saliendo por debajo del puente a las 6 y 20 h. de la madrugada completamente a oscuras.
Nuestra intención era subir por la carretera de la Parcelación El Sol para entrar al campo atravesando la valla de la finca La Tierna, recorrer la vereda de Las Pedrocheñas hasta Choza Reonda, la finca que se encuentra más próxima a las últimas colas del embalse del Navallana. Para hacer unos 20 kms. y poder estar de vuelta sobre las 11 h. Esa era nuestra intención pero continúo desde aquel día aciago bastante confuso, no sé si fue mi imaginación o una pesadilla pues no recuerdo muy bien aquella misteriosa jornada. Ustedes no deberían intentar seguir nuestros pasos porque no fue una ruta normal.