Segunda novela del autor, recopilada posteriormente en “La trilogía de la niebla”, junto con “El príncipe de la niebla” y “Las luces de septiembre”. Se trata de libros con argumento y personajes diferentes, que nada tienen que ver entre sí, razón por la cual se pueden leer sin seguir un orden concreto. Yo he elegido el de la fecha de su publicación.
Si bien también se trata de una novela de aventuras, rematada con un halo de suspense, en la ahora comentada los pasajes de terror no tienen tanta intensidad como los que posee “El príncipe de la niebla”. Asimismo, si en esta última el misterio y secreto que la envuelve va despejándose a medida que el lector se sumerge sucesivamente en sus páginas, en “El palacio de la medianoche” tales elementos tienen una resolución más expresa en sus primeros capítulos, reservando para el final el descubrimiento de los orígenes del maléfico Jawahal. Una nota común existe en ambas: el inevitable e inexorable regreso del pasado, que vuelve a recoger, sin freno ni posible escapatoria, lo que estima de su titularidad.
Para el que aquí escribe, “El palacio de la medianoche” es una obra más elaborada que la primera, y en la misma se refleja palmariamente la evolución del escritor, resultando, en su conjunto, más redonda que la anterior.
En “El príncipe de la niebla” se sentirán más a gusto aquellos jóvenes lectores de menor de edad, pues es una obra especialmente concebida para ellos, siendo menos compleja en cuanto a su argumento que la segunda. La que es objeto de la presente reseña parece más apropiada para los que posean unos años más. No quedan fuera, en cualquier caso, los que se encuentren muy alejados de unos y otros, pues muchos recordarán que en su día fueron miembros de su particular Chowbar Society o tuvieron su específico palacio de la medianoche, produciéndose la sensación al concluir la novela de que se ha echado la vista atrás, como en la retrospectiva hecha por el narrador de la ficción, Ian.
Ambientada en Calcuta, a finales del mes de mayo del año 1932, la historia cuenta la aventura de un grupo de amigos al cumplir la edad de dieciséis años, antes de abandonar el orfanato que ha constituido su hogar desde la infancia, los cuales se ven obligados a enfrentarse a Jawahal, un espectro que posee un especial y misterioso interés por alguno de los miembros de la Chowbar Society.
Resalta, como trasfondo, el inevitable paso de la adolescencia a la madurez, representado por los últimos instantes en común del grupo de jóvenes, los cuales, a partir de dicho momento, empezarán a llevar vidas separadas, enfrentándose individualmente a los derroteros de la vida, constituyendo la historia, por tanto, su última aventura, relatada entrañablemente por uno de sus integrantes.
Valorando esta novela, y advirtiendo de antemano que los que me conocen consideran que soy muy agradecido, reconozco una vez más que éste autor me ha cautivado, tal vez, sencillamente, porque escribe espectacularmente bien. Podrá gustar más o menos la temática; más o menos la historia; o más o menos el argumento, pero lo cierto y verdad es que sus libros están tan bien escritos que es una auténtica delicia pasar un rato leyendo sus páginas. Tan es así que continuaré con el siguiente de la trilogía, “Las luces de septiembre”, el cual ya he adquirido y del que os hablaré sucintamente en una reseña posterior.
Seguro que os gusta. Buena lectura.