Desperté sobresaltada con un sueño. Soñaba que querían tomar la Facultad los profesores y la protegíamos los alumnos desde dentro. Volví a quedarme dormida. Por la reja podía distinguirse a Hakim, el de árabe, al frente de sus tropas sarracenas –los otros dos de su departamento- junto a don Óscar, al de francés y al cura de latín con otros profesores empujando la puerta y escalando por las ventanas. Y mis compañeros de clase y yo con los de Derecho resistiendo dentro hasta que se hizo de noche. Incomprensiblemente vi subir las escaleras a mi abuelo como un fantasma rumbo a la biblioteca.