Romerillo en la AlcaidíaRuta al Muriano y volver
 

Al Muriano y volver

Circular por la Soriana y vuelta por la Alcaidía

Juntos en el canal

Cuando todos los domingos suena el despertador a las seis de la mañana, recurrentemente siempre piensa uno lo mismo: “hay que estar loco para levantarse tan temprano”. Encima la cuestión se agrava cuando se es consciente de que no cabe hacerse el remolón, ya que el tiempo se echa encima: “Como si no hubiera día por delante para poder ir a andar por el campo”. Después de tantos kilómetros en las botas, tenemos aprendido que la hora de salida es fundamental, pues, en previsión de hacer una ruta larga, lo idóneo es llegar a casa con anterioridad al almuerzo. No hay cosa más satisfactoria que entregarse después y de lleno a la “muerte chica”.

Afortunadamente seguimos el mismo criterio en esta ocasión y quedamos a las 6:30 de la mañana. Lo que iba a ser un recorrido de unos 28 kilómetros se convirtió finalmente en una distancia más propia de una etapa del Camino de Santiago: 33,110 Kilómetros en total. Para el que no esté muy ducho en estas cuestiones e inicialmente piense que una diferencia de 5 kilómetros no es mucho, que tenga en cuenta que ello implica una hora más andando (de media), lo cual, después de cerca de 6 horas en marcha, tilda de connotaciones masoquistas la cuestión.

He aquí donde la preparación mental posee tanta importancia como la física. Si bien en determinado momento los pies parecen ir solos, otro tanto no ocurre con la mente.

 Tal realidad nos lleva a dar un consejo, el cual prometemos aplicarnos a nosotros mismos tras lo ocurrido: con independencia de la preparación física es imprescindible preparar bien la ruta con anterioridad sabiendo no solo su trazado y la orografía del terreno por la que discurre, sino, en mayor medida, la distancia total a recorrer. Tomando como media 5 kilómetros hora, sabréis sobradamente el tiempo que vais a emplear en su recorrido. La previa mentalización resulta imprescindible, tanto como el estado físico.

Entrando en materia, y tras recoger el tito a su sobrino con su flamante vehículo, ambos empezaron su ruta a las 6 horas y 45 minutos en las cocheras de Aucorsa, idóneo lugar para comenzar una jornada de senderismo, al partir desde el mismo una gran cantidad de senderos hacia nuestra magnífica Sierra. Nosotros, esta vez, teníamos previsto ir hacia el Muriano, siguiendo prácticamente en todo momento el denominado Camino Mozárabe.

Tras cruzar el puente del arroyo Pedroches, discurriendo en parte por la antigua carretera del Muriano, y entrar por un túnel que sirve de puente a la actual, nos adentramos por las cercanías de la conocida “Carrera del caballo” y urbanización allí existente. Abandonando la tentación de ir por la carretera que lleva hasta la Ermita de la Virgen de Linares, nosotros fuimos por la ruta señalizada del Camino Mozárabe, la cual discurre paralela a aquella y es plenamente identificable no solo por las famosas flechas amarillas que indican continuamente su itinerario, sino también por unos hitos que han sido colocados hace escasos días por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Córdoba. El camino no tiene pérdida, y cuando surge cualquier duda en un cruce o intersección simplemente hay que fijar bien la mirada en nuestro entorno. Allí estará la indicada flecha amarilla o hito que nos resolverá inmediatamente la duda.

Tras dejar el camino de tierra y salir de nuevo a la carretera que lleva a la Ermita de la Virgen de Linares, inmediatamente después (dejando a un lado un primer camino que sale a la izquierda) surge otro con igual sentido, que cogimos para adentrarnos en plena Cañada Real Soriana, toda la cual recorrimos de noche, pues amaneció escasos metros antes de llegar a Doña Enriqueta. No pintaba mal la cosa, al subir en todo momento como perseguidos por el Diablo, a un ritmo de 6 kilómetros hora y sin desniveles de importancia que hiciera decaer nuestra marcha. Por la noche no hay cuestas, o, al menos, no se ven y parecen sufrirse menos.

Ya de día, dejamos a un lado Doña Enriqueta y cogimos de nuevo un camino, tras andar escasos metros por la margen de la carretera del Muriano, que pasa por el lado de una antigua casilla ferroviaria y nos lleva, tras cruzar nuevamente la carretera, a la Virgencita, por la cual pasamos como llevados por el viento. Subimos la conocida cuesta “arrastraculos” y tras poco más de un kilómetro de marcha llegamos al Muriano. El GPS marcaba 12,300 kilómetros, y pensábamos que poco más de otro tanto nos quedaba para regresar a nuestro punto de partida. Grave error, pues la realidad nos demostró que aun faltaban casi 21 kilómetros. Nos falló la calculadora mental sin querer (uno) queriendo (el otro).

Una vez en el Muriano nos dirigimos al Museo del Cobre y allí cogimos el camino que pasa paralelo a la piedra horadada y las antiguas minas de la localidad. Nos introducimos en plena Vereda de las Pedrocheñas, si bien, en una intersección posterior, desechando la alternativa que nos llevaba a Alcolea por La Armenta, Choza Redonda y la Tierna, seguimos la primera finca para enlazar con la Vereda de la Alcaidía. Maravilloso camino, fenomenales vistas e inmejorables encinas. Buena tierra la de La Armenta, cuyo trazado recorrimos entre brumas y nieblas, a pesar de ser ya las 11 de la mañana.

Como decía cogimos la alternativa girando en la intersección hacia la derecha. Una vez recorridos unos 4 kilómetros pasó para nosotros desapercibido el acceso que deberíamos haber cogido, el cual discurre a escasos metros, en sentido contrario, de una cancela cerrada con su correspondiente candado. Dándonos cuenta de nuestro error, re-andamos el camino hecho y cogimos el itinerario bueno, el cual podréis comprobar y analizar en el enlace que se adjunta a la etapa. Después de unos treinta minutos llegamos a nuestra parada de avituallamiento, en la cual, tras echarnos unas fotografías, departir un poco, cambiar nuestras camisetas y comernos nuestro obligado plátano, reiniciamos el recorrido notando ya en nuestros maltrechos pies los kilómetros hechos hasta el momento, lo cual fue gratamente compensado con las bonitas vistas de nuestra maravillosa Sierra, que tan agradecida se muestra con las escasas lluvias que han caído hasta la fecha.

Llegamos a Román Pérez y, unos minutos después, al puente de los Piconeros, donde empezamos a encontrarnos con muchas familias en bicicleta y dando un paseo. Empieza, a partir de dicho momento y según mi criterio, la parte más aburrida de la etapa: el camino de servicio del canal principal del Guadalmellato, titularidad de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y que sirve de abastecimiento a la Comunidad de Regantes del mismo nombre.

Generalmente las partes más aburridas de cualquier recorrido suelen coincidir con las más llanas, pues la falta de una subida o una bajada hace que se convierta en monótono. De ahí por tanto su dureza, pues a partir de estos momentos la mente empieza a demandar la anhelada llegada, a pesar de no sentirnos prácticamente los pies. Éste era un buen momento para ponernos a prueba, y así lo hicimos, resolviendo la cuestión muy satisfactoriamente y sin bajar el ritmo, ayudándonos uno a otro como si fuéramos uno solo.

Una vez llegamos a la Campiñuela la cuestión ya estaba resuelta. Solo quedaba por recorrer escasos kilómetros hasta llegar nuevamente a las cocheras de Aucorsa donde habíamos dejado el coche a las 6:45 de la mañana. Finalizamos nuestra espléndida jornada a las 13:30, tras 6 horas y 45 minutos de etapa, a una media de 4,9 km/hora. No está mal la cuestión. Prueba superada.

Como todo en la vida, sólo aquello que se consigue con esfuerzo y dedicación es lo que suele dejar huella en nuestra memoria. Así ocurrirá con esta magnífica etapa, muy recomendable por la singular belleza de los parajes por los que discurre.

Hasta la próxima. ¡Buen Camino!

Documentos adjuntos a esta publicación
Romerillo riendo como una hienaEl tito con la señal del CaminoRomerillo nutriéndose en el cortijo de la AlcaidíaRomerillo en el cortijo de la AlcaidíaEl tito en la Armenta con el arado como un gañánRomerillo en la Alcaidía andandoEl tito cansadoRomerillo en la AlcaidíaJuntos en el canal del Guadalmellato
 
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