Dos Historias de Córdoba

La lista de Mamá y Nuestro amigo Quino

Portada
La ópera prima del autor se compone de los dos relatos de mayor entidad que tienen como escenario a su ciudad y que tratan sobre dos vidas entrañables a las que este humilde libro pretende homenajear.

La lista de mamá es el prolijo relato de un paseo por los lugares más emblemáticos de la ciudad; un viaje iniciático en el que, con el trasfondo urbano y cultural cordobés, se cuentan las vicisitudes de una insumisa señora de la Tercera Edad inmersa en una situación de Dependencia bastante sui géneris. Un episodio ligeramente novelado de final inesperado sólo para quienes no frecuenten un Centro Residencial de Mayores.

Nuestro amigo Quino es el emotivo homenaje a un artesano cordobés que dedicó su vida al servicio de los demás, dirigiendo con gran dignidad una tienda del centro de la ciudad. Una historia realista aunque no lo parezca o no lo quieran creer sus lectores.
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Sobre las lecturas largas o cortas

Una reflexión sobre la vida misma

Los hermanos Machado

Se nos ha planteado frecuentemente la cuestión de la extensión de nuestros textos. Nos lo hemos planteado nosotros y nos lo ha planteado también algún amigo. La necesidad, o no, de hacer las publicaciones más cortas. Dado que el lector habitual de la web suele ser una persona que durante las horas de trabajo aprovecha un pequeño receso para echar un vistazo a nuestras Mágicas veredas cordobesas.
Es posible que sea necesario para eso. De hecho llevamos un tiempo tratando de resumir las reseñas literarias y las rutas. Pero no es tan fácil. Seguiremos intentándolo.
Pero me gustaría creer que esta web no es una web como todas. Y en cierta forma nos gusta extendernos todo lo que creemos se merece esa publicación. Porque nos gusta hacerlo bien. Lo mejor que sabemos. Aunque sabemos que unas nos salen mejor que otras. Y habrá alguna que será posiblemente un “tostonazo” para algunos o para muchos. No pasa nada, lo entendemos.

No escribimos para todo el mundo, escribimos para nuestros amigos y familiares, y para nosotros mismos. Y no a todos siempre os apetecerá leernos. Y mucho menos a los que no nos conozcan o no nos conozcan mucho. Soy incapaz de escribir una ruta o una reseña en un par de párrafos objetivamente, sin ningún tipo de reflexión o sentimiento. En algo nos teníamos que diferenciar del resto. 

Aunque uno de nuestros objetivos fuera el de informar a la gente sobre las rutas que se pueden hacer en Córdoba, para que les sirva de guía. Y aunque también queríamos hacer saber a éstos la impresión que nos hacían los libros que vamos leyendo. Eso no es todo.

No es eso sólo lo que queríamos hacer. Queríamos también ofrecerles algo de nosotros, queríamos compartir nuestros asuntos, nuestros temas, esas cosas que a nosotros nos gustaban tanto, y decirlo a nuestro estilo, con nuestras palabras, o con las palabras que quisiéramos escoger en cada momento.
Personalmente creo que nuestra web surge como una necesidad de expresión propia, de Romerillo y mía. Qué hubiera sido de gran parte de la obra de los grandes maestros rusos, Tolstoi, Dostoievski, o de Melville, su ballena no hubiera cabido en cualquier librito, ni los veintiocho años que estuvo Robinsón Crusoe en su isla, o las grandes obras de Mark Twain o de Dickens, tan celebrado este mismo año. Hasta los últimos best seller están en gran formato, que seguramente a esos escritores les hubiera gustado más cobrar por página, como las fotocopiadoras, y no por libro. Aunque yo particularmente rehuyo de esos libracos, por eso lo entendemos bien y trataremos de contenernos.  

En todo caso, como decía Manuel Machado, en aquellos maravillosos versos de su poema Adelfos, que nuestro querido padre Gago hizo aprendernos de memoria allá en la antigua Universidad Laboral:
“…Con dejarme lo que hago por vosotros, hacer podéis por mi”.

Porque el problema puede estar en el escritor, claro está, pero también puede estarlo en el lector.
Momo, ¿lo habéis leído? Hay que leerlo, verdad sobrino. Momo decía al final que desaparecidos ya todos los hombres grises, no había que ahorrar tiempo, los hombres volvían a tener ya todo el tiempo necesario:
“Por todos lados había corrillos de personas que charlaban amigablemente y se informaban largamente sobre el estado de salud de los demás. Quien iba al trabajo tenía tiempo para admirar las flores de un balcón o dar de comer a los pájaros. Y los médicos tenían tiempo para dedicarse extensamente de sus enfermos. Los trabajadores tenían tiempo para trabajar con tranquilidad y amor por su trabajo, porque ya no importaba hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible. Todos podían dedicar a cualquier cosa todo el tiempo que necesitaban o querían, porque volvía a haberlo en cantidad.” (Sic).

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