Elegir un cuadro (Juan José Gañán)
La Lechera de Vermeer o el retrato de Georgiana Spencer Cavendish, duquesa de Devonshire, pintado por Thomas Gainsborogh
Era la segunda vez que me lo decía:
—A ver cuándo quitas ese cuadro de ahí y dejas el que estaba antes.
Y no es que mi negociado sea el bricolaje o las chapuzas caseras. Eso es cosa suya. Lo mío —además de la basura— son los libros y los cuadros. Pero esta vez se creyó con derecho a inmiscuirse en mi parcela y yo intuía el motivo de hacerlo y, en cierta manera, lo compartía. Pero no era fácil dar mi brazo a torcer, así sin más. Aquel retrato solo llevaba un año allí y había poderosas razones para que permaneciera.
En los últimos días —tal vez semanas, o meses— he sufrido una feroz controversia. Cómo decirlo: me he sentido duquesa de Alba o baronesa Thyssen. Les explico: me han puesto en la tesitura de escoger entre quedarme con un cuadro de Thomas Gainsborough o con uno de Johannes Vermeer.
¿Con cuál de estos cuadros se quedaría usted? La cuestión no es fácil. Ustedes me podrían decir:
—¿Y por qué hay que escoger? Quédese con los dos y ponga cada uno en un sitio distinto de su casa.