Hace poco más de un año, mortificado por una sorpresiva lesión que casi lleva al traste el proyecto veraniego, me regalaron un libro de Peter Harris, seudónimo bajo el que se esconde un escritor de nuestra tierra. Se trataba de “El secreto del peregrino”, obra que me entretuvo mucho y me hizo olvidar por instantes el desánimo que imperaba en mí, lo cual era de agradecer en aquellos momentos.
Guiado por tales buenas sensaciones, y como quiera que me encuentro ascendiendo un nuevo repecho que requiere evitar mayor peso, busqué intencionadamente otro libro del mismo autor, bajo la esperanza de lograr nueva enajenación mental. Lo he conseguido a tiempo parcial.
Partiendo de la base de que se trata de un best-seller de pura cepa, con todo lo peyorativo que para algunos ello conlleva, he de indicaros que para el que aquí escribe cumple con lo básico e imprescindible, entretener. Bien es cierto que ninguna mención más cabe resaltar al respecto, pero no lo es menos que la señalada no carece de entidad, sobre todo cuando resulta exigible ir ligero; siempre ligero.