Escribir ahora, diez meses después de nuestro viaje y transcurrido más de un año desde el comienzo de estos apuntes, me trae inevitablemente a la memoria la célebre cita de Heráclito: “Nadie baja dos veces al mismo río”.
El pequeño diario con tapas y cierre de cuero, del que me serviré para mi narración, no nació con el mismo espíritu que ahora me inspira. Aquellas primeras líneas manuscritas anhelaban dejar constancia de la preparación de nuestro Camino de Santiago, con el fin de constatar nuestros avances y vicisitudes a lo largo de los meses previos al viaje, a modo de introducción a lo que sería el propio Camino. Hoy día creemos que aquellas experiencias adquiridas pudieran servir a otros que tuvieran en mente emprender ese mismo viaje.
Pensando que aquello que proyectábamos entonces tenía algo de extraordinario, claro está. Y, aunque entonces tuviera mis dudas, ahora, como convendrían conmigo miles de peregrinos, tengo la convicción, de que sí que ha sido algo fuera de lo común, algo especial, algo que ha merecido la pena en muchos sentidos.
Hoy, releídas aquellas anotaciones hemos pensado que aquellos hechos pudieran acaso resultar entretenidos de leer a la vez que didácticos, lo que nos ha animado a hacerlas públicas.