Éste era uno de los libros que leí, por imposición de la asignatura de turno, allá por el Medievo. Sinceramente no recuerdo si me gustó en su momento. Lo único que tengo en mente es lo ya dicho, lo cual me hace suponer que no fue santo de mi devoción. Sea como fuere he de reconocer que proceder nuevamente a su lectura ha sido una delicia, y tan es así que cayó de una sentada.
Si en la historia interminable se entrevé una crítica a los cánones que rigen la sociedad actual, los cuales nos abocan inexorablemente al vacío existencial, en Momo resalta de forma más explícita la crítica al consumismo feroz, el cual nos esclaviza. Tal juicio, en conjunción con la reprobación del materialismo y éxito social como ratio vivendi, conlleva a que nos encontremos ante una obra de ficción que paradójicamente refleja fielmente la realidad actual.
Momo, cuya especial virtud es saber escuchar, constituye el contrapunto al descontento e insatisfacción que genera nuestra forma de concebir y emplear el tiempo. Un rayo de luz cuya única arma es el enriquecimiento del alma a través de lo que en principio pudiera considerarse, con una visión productiva/económica, fútil u ocioso. La esencia de las cosas en contraposición a los hombres grises, o, efectuando la correspondiente extrapolación, frente al capitalismo y todo lo que nos roba, en pos de la prosperidad, nuestras preciadas flores horarias. En suma, un sofisticado cuento de hadas.