Empecé a conocer al escritor francés Pierre Lemaître (19-4-1951) con esta sorprendente novela, en lugar de hacerlo —como la mayoría— con su famosa trilogía de la Gran Guerra, la que comienza con el volumen Nos vemos allá arriba, por la que ganó el Premio Goncourt en 2013; o con su primera obra publicada en 2006, Irene (Travail soigné, en el original francés), con la que encabeza la saga policiaca del comisario Camille Verhoeven.
Yo ya había releído las sinopsis de las anteriores, descartando la galardonada por darme la sensación de estar orientada al público francés, y ya saben, los franceses son tan chovinistas... Mientras que la otra, su ópera prima, llamada en España incomprensiblemente Irene (personaje que apenas interviene en la trama), la postergué por no dejar de ser una novela de detectives quizás demasiado literaria, pues en ella se trata de resolver diversos crímenes plagiados de la ficción policiaca. Pero la cuestión principal fue que verdaderamente me atraía la temática de esta estupenda novela que tiene ya más de diez años. Primero porque creo que el tema laboral —aunque no lo parezca— es uno de los temas más atractivos para los lectores, en el que resulta fácil ubicarse y empatizar con los personajes; y sobre todo porque despierta en la mayoría de nosotros ese espíritu combativo y revolucionario que todos llevamos dentro, siempre vinculado a nuestras responsabilidades familiares, por el que seríamos capaces en determinadas circunstancias de comprender, aceptar y, no digo ya alentar, sino hasta poner en práctica las mayores iniquidades. Este libro, por si a alguno le interesa, es un verdadero manual para el más osado vengador de la clase obrera.