Una cuestión de honor.
Lo más interesante que el mundo de la cultura puede ofrecernos es su capacidad para relacionar unos temas con otros.
Todo empezó años atrás con la edición del libro de Arturo Pérez Reverte “Cabo Trafalgar”, a finales de 2004, como conmemoración del doscientos aniversario de la batalla. Ese libro me hace interesarme por aquella batalla. Pero debido a mis reticencias con los autores noveles, decido visitar las fuentes y optar por la lectura del Episodio Nacional de Pérez Galdós “Trafalgar”, que me abrió el horizonte histórico de aquellos acontecimientos luctuosos de 1805.
Tras los primeros cuatro o cinco libros sobre aquel desastre nacional y gloria británica leería sin ilusión pero sin disgusto el libro de Pérez Reverte, que me parece una copia –más o menos encubierta- del episodio galdosiano.
Después busqué la azarosa biografía del gran Almirante Nelson, héroe y mártir de Trafalgar, pero no la encontré, al menos en castellano, y tuve que conformarme con recorrer la vida del perdedor: Napoleón Bonaparte, del que abunda documentación a mansalva, como corresponde a uno de los personajes más universales de la historia.