A las doce y cuarto pisamos la verde explanada del peculiar albergue de Paloma y Leña, a las puertas de San Mamede, un lugar diferente a todo lo que podremos encontrar en el Camino de Santiago.
Se trata de un alojamiento rural donde se combina con buen gusto la decoración clásica y moderna. Una construcción con planta en forma de “L” de una sola altura, con la fachada pintada en un color rosado bastante llamativo. En el centro del edificio destacan con techos puntiagudos de pizarra la recepción y las zonas comunes, especialmente el lujoso salón; una amplia estancia cuya entrada está franqueada por un viejo piano, símbolo anacrónico del pasado artístico y refinado de sus propietarios. El hermoso salón es una habitación sabiamente decorada con fuertes contrastes. Por un lado las paredes están cubiertas por dos grandes espejos con marcos de madera, un gran tapiz con los dos escudos heráldicos familiares y varios cuadros con fotos antiguas en tonos sepia. Los techos son altos y están rematados por un artesonado de gruesa madera, de donde cuelga una gran lámpara de forja. Y, al otro lado, como en un duelo de épocas, una chimenea funcional pintada de color verde pistacho, rodeada de acogedores sofás de vivos colores.